Piel solo hay una, y es nuestro deber cuidarla. El agua de ducha puede contener elementos perjudiciales no solo para nuestra piel, sino también para nuestra salud.
El cloro o los metales pesados como el plomo o el cadmio llegan a nuestro torrente sanguíneo sin ningún tipo de filtro a través de nuestra piel.
Esto puede llegar a generar problemas de salud leves como el picazón o el enrojecimiento, pero también puede derivar en problemas más graves por el ingreso continuo de estos elementos en nuestro cuerpo.