El consumo de un buen agua filtrada, alcalina e ionizada es positivo para nuestra salud, pero no sólo por sus características de un pH elevado y una capacidad antioxidante, sino que una correcta labor de depuración es la base de un buen agua.
El agua de grifo, como todos sabemos, contiene cloro, metales pesados y otros tóxicos que además de aportar un mal sabor, son dañinos para nuestro organismo.
El agua embotellada se asemeja más al concepto de “agua sana”, que erróneamente se afirma. Los recipientes del agua embotellada son de calidades bajas y migran los microplásticos que estos contienen directamente al agua, diluyéndose en ella. La concentración de microplásticos en el agua —y en alimentos, prendas y hasta aire—, es un tema que hoy en día preocupa desmesuradamente dado el contacto masivo y exposición que tenemos a ellos.
La concentración de microplásticos que funcionan como moléculas muy estables —Persistent Organic Pollutants—, tienen mucha durabilidad en el organismo ya que se degradan muy mal y el cuerpo tarda demasiado tiempo en expulsarlos.