Microplásticos en el cerebro: un alarmante estudio sobre la contaminación invisible

Microplásticos en el cerebro: un alarmante estudio sobre la contaminación Invisible

La contaminación por microplásticos es uno de los problemas ambientales más insidiosos de nuestro tiempo. A medida que la producción de plásticos sigue creciendo, estos materiales se descomponen en partículas cada vez más pequeñas, que se dispersan por el aire, el agua y la tierra.

Los microplásticos, definidos como partículas de plástico de menos de 5 milímetros, se encuentran en todas partes: desde los océanos hasta los alimentos y el aire que respiramos. Pero lo más alarmante de todo es que ahora también han llegado a nuestro cerebro, según un reciente estudio publicado en Nature Medicine: ir al Estudio.

Este hallazgo pone de manifiesto la magnitud del problema y sugiere que los efectos de esta contaminación podrían ser mucho más graves de lo que pensábamos. Los investigadores han encontrado que los microplásticos y los nanoplásticos (partículas aún más pequeñas, con un tamaño que va de 1 a 1000 nanómetros) se acumulan en el cerebro humano a niveles más altos que en otros órganos clave como el hígado y los riñones. Los resultados de este estudio han causado gran preocupación en la comunidad científica, ya que, aunque no se ha establecido una relación directa entre estos plásticos y enfermedades cerebrales, los niveles crecientes de microplásticos en el cerebro podrían tener consecuencias a largo plazo para la salud humana.

El ascenso de los microplásticos: un problema global

Para entender la magnitud de este hallazgo, es importante comprender la escala de la contaminación por microplásticos. Se estima que cada año se producen más de 300 millones de toneladas de plástico en todo el mundo, y gran parte de estos plásticos acaban descomponiéndose en partículas microscópicas. Estas partículas se dispersan a través de los océanos, los ríos y el aire, afectando tanto al medio ambiente como a los seres vivos. En 2023, se estimó que había más de 2.5 millones de toneladas de plásticos flotando en los océanos, una cifra que ha aumentado diez veces en comparación con los niveles de 2005.

Los microplásticos no solo afectan a la fauna marina. Animales terrestres, incluidos aquellos que consumimos, como vacas, cerdos y pollos, también han mostrado signos de haber ingerido microplásticos. De hecho, estudios recientes han revelado que los microplásticos pueden estar presentes en el aire que respiramos, especialmente en ambientes interiores, donde los plásticos de los muebles, la ropa y otros productos domésticos contribuyen a la contaminación.

Pero lo más preocupante es cómo estos microplásticos, que antes se pensaba que solo afectaban a los órganos más grandes del cuerpo, como los pulmones y el hígado, ahora han sido detectados en el cerebro humano. Este estudio es el primero en confirmar la acumulación significativa de microplásticos en el cerebro, lo que abre nuevas preguntas sobre los posibles efectos neurológicos de esta exposición.

Los microplásticos en el cerebro: un hallazgo inquietante

El estudio de Nature Medicine se centró en 52 muestras de cerebro humano tomadas entre 2016 y 2024. Las muestras de cerebro fueron obtenidas de la corteza frontal, la parte del cerebro responsable del juicio, la toma de decisiones y el control del movimiento muscular. Lo que encontraron los investigadores fue alarmante: los niveles de microplásticos y nanoplásticos en los cerebros de 2024 eran significativamente más altos que los de 2016. En comparación con otros órganos, como el hígado y los riñones, los cerebros contenían entre 7 y 30 veces más microplásticos.

Los plásticos encontrados en el cerebro eran principalmente fragmentos pequeños de polietileno, uno de los plásticos más comunes en productos como envases y bolsas. Este aumento en los niveles de microplásticos en el cerebro coincide con el aumento general de la contaminación por plásticos en el medio ambiente, lo que sugiere que la mayor exposición a estas partículas es la causa de su acumulación en el cuerpo humano.

¿Qué significa esto para la salud humana?

Aunque el estudio no ha podido establecer una relación directa entre los microplásticos en el cerebro y enfermedades como la demencia, los resultados son inquietantes. En las muestras de cerebro de personas diagnosticadas con demencia, los niveles de microplásticos eran aún más altos, lo que plantea la posibilidad de que estos plásticos puedan tener algún efecto negativo sobre la salud cerebral. Sin embargo, los científicos advierten que se necesita más investigación para determinar si existe una relación causal.

El hecho de que los microplásticos sean capaces de atravesar la barrera hematoencefálica, un filtro que normalmente protege al cerebro de sustancias nocivas, es particularmente preocupante. Se pensaba que solo los nanoplásticos más pequeños podían atravesar esta barrera, pero el estudio ha demostrado que los microplásticos más grandes también pueden entrar en el cerebro, lo que aumenta la complejidad de los riesgos asociados con estos contaminantes.

Un llamado a la acción

Este descubrimiento subraya la urgencia de tomar medidas para reducir la exposición humana a los microplásticos. Si bien el estudio no ha demostrado que los microplásticos causen enfermedades cerebrales, el simple hecho de que se acumulen en el cerebro a niveles alarmantes es motivo suficiente para investigar más a fondo sus efectos en la salud. Los microplásticos están presentes en todo nuestro entorno, desde el aire que respiramos hasta el agua que consumimos, lo que hace que sea casi imposible evitar su exposición. Esto resalta la necesidad de un cambio radical en la forma en que manejamos los plásticos en nuestra sociedad.

A nivel global, la producción de plásticos debe reducirse, y es fundamental que se inviertan más recursos en el desarrollo de materiales alternativos y sostenibles. A nivel individual, podemos reducir nuestra exposición a los microplásticos eligiendo productos menos envueltos en plástico y fomentando el reciclaje.

La investigación sobre los efectos de los microplásticos en la salud humana está solo en sus primeras etapas, pero este estudio abre un panorama sombrío sobre los riesgos de la contaminación por plásticos. A medida que sigamos enfrentando el problema de los microplásticos en el medio ambiente, también debemos prepararnos para enfrentar sus posibles consecuencias a largo plazo en nuestra salud, particularmente en la salud cerebral.

Alkanatur como alternativa

El agua filtrada se presenta como una alternativa eficaz para reducir la presencia de microplásticos en el agua potable. A través de sistemas de filtración avanzados, como los filtros de Alkanatur, desde jarras, ultrafiltración o hasta de ósmosis inversa, se puede eliminar la mayoría de partículas plásticas y otras impurezas.

Estos filtros actúan como barreras, interceptando los microplásticos antes de que lleguen a nuestro organismo. Al optar por agua filtrada, no solo mejoramos la calidad del agua que consumimos, sino que también protegemos nuestra salud de los potenciales efectos negativos que los microplásticos pueden causar a largo plazo.

Referencias

Nature Medicine, Bioaccumulation of microplastics in decedent human brains: https://www.nature.com/articles/s41591-024-03453-1

National Geographic, Un estudio descubre niveles alarmantes de microplásticos en el cerebro: https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2025/02/niveles-alarmantes-microplasticos-cerebro 

(*) ADVERTENCIA:

Basados en la información científica disponible. Las menciones no han sido evaluadas por EFSA. Con nuestra agua no se tiene la intención de diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad.

Alkanatur aconseja llevar una dieta equilibrada y variada.

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