El agua embotellada es un producto atractivo, tendencia y con un marketing nivel genio, ya que nos han convencido toda la vida de ser la opción más saludable para consumo de agua. Una campaña de convencimiento y éxito, casi tanto como la de que Coca-Cola te da la felicidad.
Que el agua embotellada no es una opción segura no es un mito, es una realidad, y empieza ya a ser una realidad para muchas personas que vivían engañadas bajo brillantes botellas y coloridas etiquetas ilustradas. Cada día se está demostrando más y más gracias a la evidencia científica. Y ya ni entremos en la parte de sostenibilidad… El impacto dado del desperdicio masivo de plásticos de un solo uso que genera preocupa cada día más y más y el coste medioambiental y económico que tiene es desmesurado.
Estos días los nanoplásticos están en boca de todos, pero ya años atrás hay muchos expertos a los que les preocupan todos estos temas. Allá por el 2015 el Doctor Nicolás Olea, experto y referente en el campo de los disruptores endocrinos, además de persona a la que admiramos tremendamente, ya alertaba sobre el agua embotellada y la acción hormonal que esta ejercía sobre nuestro organismo.
Citando a la eminencia Nicolás Olea: “Todas las botellas contienen contaminantes hormonales”. Esta afirmación se demostró en el análisis del agua embotellada publicado en Environment International. Puedes leer más acerca del estudio publicado por el IBS de Granada pinchando aquí.