La dieta que elijamos y el estilo de vida que llevemos serán la base de la pirámide de nuestro bienestar.
Dentro de las diferentes dietas que podemos disfrutar queremos destacar la dieta alcalina. Esta se basa en una alimentación de entre el 60 y 80% de alimentos alcalinos para ayudar de esta manera a lograr un equilibrio tanto en nuestro pH como en nuestro peso.
El resto de nuestra alimentación puede ser ácida, pero primando siempre aquellos alimentos acidificantes pero saludables. Debemos evitar las sales minerales acidificantes como el hierro, el azufre, el fósforo, el cloro y el yodo. Alimentos como son el azúcar refinado, los alimentos fritos, el café, el alcohol, el tabaco, los lácteos y todos sus derivados (leche, queso, yogurt y mantequilla).
Aunque no sólo es importante pensar en aquellos alimentos sólidos que ingerimos, sino que también debemos ser conscientes de ese superalimento que está presente en todos ellos: el agua.
El agua que bebemos es fundamental dentro de nuestra dieta. Esta debe ser alcalina (entre un 8.5 - 9) y con alta capacidad antioxidante, ¿para qué? Para contrarrestar y luchar contra los factores que nos oxidan mencionados anteriormente.
Teodoro Vázquez: químico, corredor minimalista y autor del Blog del Runner, nos explica en el siguiente vídeo la importancia que tiene la alcalinidad en el alimento o en la bebida.
Cuánto más alcalina sea la comida o bebida que se ingiere nuestro estómago más ácido clorhídrico va a fabricar, y cuánto más ácido clorhídrico fabrica más bicarbonato envía a la sangre. Esto es lo que realmente nos va a ayudar a equilibrar el pH de nuestro cuerpo, evitando de esta manera, que el propio organismo robe los minerales alcalinos esenciales de donde no debe (como pueden ser los huesos, músculos, etc).